sábado, 12 de marzo de 2011

Partidos "de Gobierno"


En mayo de 1980 el entonces Secretario General del PSOE, Felipe González, planteó una moción de censura contra el Gobierno de Adolfo Suarez y en su intervención en la tribuna del Congreso dijo que su partido era “la alternativa de Gobierno”. Nadie dudó de que tal cosa era cierta. En toda democracia debe haber alternativa y en España, entonces, la única posible era el partido de González.

Hoy suena como algo perfectamente normal pero en aquel momento, con la democracia empezando a rodar, que se dijese que un partido que provenía de la clandestinidad sería, antes o después, el que dirigiese el Gobierno de España fue un enorme aldabonazo, que retumbó en la opinión pública con tanta fuerza probablemente porque aquello ya estaba en la mente de millones de personas aunque era la primera vez que sus oídos lo escuchaban. A partir de aquel instante, los adversarios del PSOE supieron cual eran el objetivo del entonces joven González, pero también los militantes socialistas nos hicimos conscientes de una realidad mucho más inminente, responsable y pragmática de la que a menudo corría por las asambleas del PSOE.

Es posible que fuese en aquel momento cuando se estrenó en España la percepción de que hay partidos que son “Partidos de Gobierno” y otros que no. Cuando un partido es “Partido de Gobierno” no le basta con un apoyo popular amplio. Debe ser consciente de los compromisos que tal posición conlleva, incluso cuando está en la oposición. Para empezar tiene que deshacerse de las mullidas ofertas que sabe imposibles de aplicar, tiene que estudiar todas las consecuencias (tanto las deseadas como las indeseadas) que tendrán sus propuestas para el conjunto del país, tiene que ser capaz de disponer de una estrategia de país a largo plazo (más que la legislatura) y, desde luego, tiene que ser escrupulosamente respetuoso con las instituciones que legítimamente aspira a dirigir.

En Euskadi acabamos de cumplir 2 años de Gobierno Socialista. Sin embargo persiste en el entorno del PNV (y se alimenta para que persista) una actitud negadora de la legitimidad del Gobierno Vasco. Lo que en las primeras semanas podía entenderse en un partido acostumbrado al poder durante 30 años, aunque nunca disculparse, se ha venido prolongando de forma intolerable durante ya media legislatura. No son actitudes de un partido que haya aceptado el recambio en el poder. 

La Sanidad, el sistema educativo, la Justicia, la Policía, la Radiotelevisión, el propio Parlamento y, desde luego, la Lehendakaritza pueden y deben ser objeto de la atención y el desacuerdo de la oposición pero no pueden estar permanentemente sometidas a una especie de asalto final agónico que pretenda sustituir a sus responsables aquí, ahora, ya mismo y al precio que sea.

Ni siquiera el falso y peligroso sentimiento de propiedad que el PNV ha demostrado sobre todo lo vasco justifica que se insulte al lehendakari, que se niegue absolutamente el menor atisbo de acierto en ningún aspecto de la gestión del Gobierno de Patxi López, que se pongan en riesgo las cajas de ahorros solo para evitar la pérdida de su control partidista, que se niegue legitimidad al parlamento electo... 

Si nos movemos por los medios digitales o las redes sociales vascas es muy fácil ver el trabajo pendiente que los líderes cabales del PNV (si existen) tienen que hacer todavía para apagar el incendio de indignación, y también de indignidad, que prendieron hace ya dos años y que sigue ardiendo en la red con irresponsable intensidad. Un partido que aspira a gobernar no puede mantener ese ejército de “gremlins” enloquecidos.

Ni tampoco acometer contra todas las instituciones que forman la malla institucional del País, solo porque otros las controlen en este momento. Sobre todo porque si lo hace se irá convirtiendo en uno de aquellos partidos que saben que jamás las dirigirán. Y por tanto va renunciando a seguir siendo Partido de Gobierno, para convertirse en otra cosa. El PNV lleva mal camino si quiere volver al poder.

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